Genocidio Armenio - El primer genocidio del siglo XX 1915 | 2024

Karen Jeppe - Una mujer armenia

Por Jack Boghossian
- Testimonios -

Karen Jeppe - Una mujer armenia - Genocidio Armenio
Comparte en redes

El pueblo armenio y sus territorios históricos padecieron, durante siglos, el hostigamiento y acoso mortal por parte de los más grandes imperios agresivos. Algunas de las consecuencias fatales de los últimos asedios fueron: la usurpación de sus legítimos territorios por Turquía y el terrible genocidio del pueblo armenio (1915/23) perpetrado por el estado turco genocida, en el que más de un millón y medio de armenios fueron brutalmente masacrados, con diabólicas variantes.
La intolerancia, el fanatismo religioso, la ambición territorial, la supuesta superioridad de la Turquía Otomana (panturquismo) y, fundamentalmente, la ignorancia, fueron algunos de los factores de persecución al primer pueblo cristiano de la historia.

El mundo se hizo eco de las atrocidades que, desde entonces, la nación armenia venía padeciendo. La prensa internacional documentó no sólo el primer genocidio del siglo XX, sino su larga y tortuosa antesala: las persecuciones y matanzas a los armenios, que tomaron su punto más álgido en épocas del sultán Abdul Hamid, otro de los tantos personajes sanguinarios de la historia de Turquía.
 

DINAMARCA Y ARMENIA

Muchos pueblos, mediante organizaciones privadas, dieron auxilio a la nación armenia. Dinamarca ocupa un lugar especial en este aspecto. Los motivos de la creación de dichos movimientos de ayuda, son variados y complejos, y serán tema necesario de próximos trabajos.

Existieron, fundamentalmente, tres grandes organismos daneses de asistencia a los armenios:

a) Amigos (Daneses) de los Armenios (DA;Danske Armeniervenner)

Fue fundado y liderado por el destacado filólogo danés Aage Meyer Benedictsen (1866-1927), quien fuera propulsor de los derechos humanos, autoproclamado anticolonialista. Defendió a ultranza el derecho de las minorías a autogobernarse, subrayando las libertades esenciales de culto y de lengua. En uno de sus viajes, visitó la misión alemana en Urfa (Hetesia), dirigida por el clérigo alemán Johannes Lepsius, en la que se procuraba proteger a los armenios de la permanente persecución turca. Benedictesen fue testigo ocular de la penosa e injusta situación de la nación armenia. Se obsesionó con esta realidad, recopiló información y se dedicó a disertar en su país y en el mundo sobre las matanzas a los armenios. Sus conferencias despertaron la atención de Dinamarca. Escribió un exhaustivo estudio sobre la Historia Armenia, desde sus orígenes hasta 1925. En el historial de esta organización, basada en la ayuda humanitaria, se destacó la figura de Karen Jeppe.

b) Mujeres Misioneras (KMA; Kvindelige Missions Arbejdere)

Este movimiento, a diferencia del anterior, se basó en el trabajo misionero. Su figura prominente fue la enfermera Maria Jacobsen, cuya presencia fue fundamental en Jarput (1909/17) y, posteriormente, en Alepo, donde fundó el hogar “Bird´s Nest”. Su libro “Diario de una misionera danesa” constituye un testimonio histórico invalorable.

c) La Misión Industrial (IM;Industrimissionen)

Fue fundada por la ex KMA Jensine Ørtz, en 1922. Su labor se concentró en las necesidades de las víctimas del genocidio armenio y de la guerra greco-turca (1922). Abrieron establecimientos para la formación de los jóvenes y edificaron hogares para los mayores. Este movimiento existe en la actualidad y su labor se basa en la relación de las iglesias de Armenia y de Dinamarca.

Debe destacarse, además, la figura del libre pensador Georg Brandes, quien trabajó incansablemente, aunque sin organización convencional.

Estos movimientos supieron separar el proselitismo, de la solidaridad, conformaron una fuerte relación entre ambos pueblos y, según muchos historiadores, fueron el comienzo de las ONGS.
 

KAREN JEPPE, UNA VIDA DE DOS CAPÍTULOS

No le temió ni al infierno al que los turcos sometieron a los armenios, ni a las amenazas, ni a las enfermedades que, finalmente, terminaron con su vida. Fue una mujer que dejó de lado la piedad, para priorizar el instinto de conservación, la supervivencia y la prosperidad de un pueblo. Nació en Gylling, cerca de la ciudad de Aarhus en Dinamarca, en 1876. Su padre, docente, ejerció gran influencia sobre su vida. Se educó en la Ordrup Grammar School, donde se formó y ejerció como maestra. A sus 25 años de edad, Karen se sintió conmovida por las notas y conferencias de Aage Meyer Benedictesen, en las que narraba la tragedia de los armenios. Se contactó con él, y fue así cómo se enteró de que el Dr. Lepsius buscaba docentes para la misión que dirigía en la cuidad de Urfa (hoy Sanliurfa).

Las imágenes de los niños desprotegidos en las calles, como consecuencia de las masacres, y la terrible realidad que vivían los armenios, no abandonaron la mente de Karen por lo que, a pesar de la oposición paterna, decidió viajar a Urfa en 1903. El 1 de octubre, Karen dejó la comodidad de su hogar. Viajó acompañada por el diácono suizo Jakob Künster, quien también iba a trabajar en el orfanato. Se dirigieron en tren a Italia, vía Berlín. Desde allí navegaron hasta Estambul, para llegar a Mersin. Nuevamente en tren, arribaron a una ciudad cercana a Adana, para continuar el largo peregrinaje a lomo de burro. El pequeño grupo de viajeros debió pasar varias noches en tabernas, descansando en condiciones más que desfavorables. Cuando se acercaron a Urfa, cientos de personas corrieron a su encuentro: querían conocer a la danesa. La gente del pueblo les llevó té, comida, agua fresca y hasta un caballo para que Karen (la única mujer del contingente) ingresara al pueblo, pero ella prefirió seguir a lomo de burro.
 

CAPÍTULO UNO: URFA

La situación para los armenios empeoraba cada vez más. Se sucedían nuevas masacres y sus efectos perduraban y se hacían sentir con mayor duración. Según registros de la época, entre los años 1894/6 fueron asesinados más de 300.000 armenios, se destruyeron aproximadamente 2500 poblaciones y 600 iglesias corrieron la misma suerte. Una de las regiones particularmente atacada, y estratégicamente ubicada, fue la de Urfa, donde los misioneros americanos dirigían un orfanato desde 1892. El mismo, estaba a cargo de Corinne Shattuck, quien trabajó incansablemente en resguardo de los armenios, durante las masacres. Posteriormente, en el restablecimiento de su comunidad. La misión alemana estaba comandada por Lepsius, y es allí donde Karen comenzó a trabajar.

En poco tiempo aprendió los idiomas armenio, árabe y turco. Su alianza y compromiso con los armenios fue inmediata. Se sintió una armenia más. Introdujo nuevos métodos de enseñanza para que los niños comenzaran a leer y a escribir con mayor rapidez. De esta manera, Karen renovó el sistema educativo de las escuelas armenias, las que se convirtieron en ejemplo de muchas otras. Creó talleres de trabajo, enseñó manualidades, logró la producción de la seda para venderla posteriormente. Su visión comercial fue de gran ayuda para solventar su trabajo. En medio de la adversidad (recordemos que si bien la etapa más sangrienta del pre-genocidio tuvo su pico entre 1894 y 1896, las matanzas nunca cesaron y la persecución se acentuaba cada vez más) organizó su plan de trabajo. Nuevas masacres en Adana (Cilicia) repercutieron en la zona, ya que muchos escapaban a la región de Urfa, en busca de asilo. En 1906, merced a los talleres de trabajo, los artesanos podían vender artesanías en los grandes Bazares y los tradicionales bordados armenios comenzaban a viajar por el mundo, conformando una significativa fuente de ingresos. Esto permitió que la situación económica de las familias armenias, que lo habían perdido todo, pudiera recomponerse.

Además de estos talleres, Karen compró una parcela de tierra, lejos de la misión y cerca de la ciudad armenia de Garmuj. La misma, fue destinada a la plantación de viñedos. Familias de campesinos armenios refugiados pudieron trabajar el suelo y recuperar lentamente su estado. Karen vivió allí, en una carpa, y el resultado favorable de este proyecto se debió a la inestimable ayuda de su hijo Misak Melkonian (1893-1978). (VER RECUADRO”Misak y Lucía”)

En 1915, detrás de la pantalla de la guerra, el gobierno de los Jóvenes Turcos, llamado “Comité de Unión y Progreso”, ideó un plan macabro para exterminar a todos los armenios del Imperio Turco. El Genocidio se llevó a cabo mediante una organización perversa y burocrática, sostenida por una poderosa estrategia militar de sofisticada tecnología. El resultado de este premeditado plan fue la muerte de más de un millón y medio de armenios, lo que equivalía a los dos tercios de la población armenia. Los armenios fueron obligados a dejar sus tierras y, bajo el velo de la deportación forzada y multitudinaria, se cometieron todo tipo de atrocidades. La Primera Guerra Mundial fue una verdadera catástrofe para los armenios. Turquía entró en la misma, aliándose con Alemania. En 1915, lo turcos pusieron en marcha su diabólico plan: aniquilar al pueblo armenio de la faz de la tierra. Antes de la Guerra, había más de 2.000.000 de armenios en el Imperio. Después de la misma, se registraron sólo 450.000. Los hombres que tenían fuerza mínima para sostener un fusil eran asesinados; las mujeres jóvenes eran generalmente vendidas como esclavas sexuales, y los niños y las mujeres mayores eran sometidos a la deportación letal. La misma, los conducía a través del desierto donde padecían, hasta morir, el hambre, la deshidratación, y todo tipo de enfermedades, alternadas con violaciones, tortura, crueldad y masacre.

A pesar de su debilitada salud (sufrió alteraciones nerviosas producidas por la guerra y fue atacada por la epidemia de fiebre tifoidea) Karen Jeppe permaneció en Urfa durante la Guerra. Dio refugio a muchos armenios, escondiéndolos en el sótano de su propia casa y en otros sitios. Organizó un meticuloso plan para alimentarlos. Ayudó a escapar a muchos de ellos, disfrazándolos de árabes o kurdos. Hacia el año 1918, todos los refugiados, de los cuales 300 se afincaron en Dinamarca, habían abandonado su casa y demás refugios secretos controlados por ella misma. Fue entonces cuando sintió que su permanencia en Urfa, ya no tenía sentido. Regresó enferma a Dinamarca, donde no pudo permanecer más de dos años. El destino incierto de sus hijos, que se habían refugiado en Alepo, y el resto de su gran “familia”, no la dejaba descansar.
 

CAPÍTULO DOS: ALEPO

Se reunió con Misak y Lucía en 1921. Se reencontró, además, con personas a las que ella había ayudado a escapar de Urfa. Las condiciones seguían siendo desfavorables para los armenios que a duras penas podían sobrevivir y llegar a estas tierras. Gradualmente, construyó un hogar escuela para niños, un comedor, una clínica y un taller de corte y confección. Karen priorizó la identidad armenia ante todo y bregó por la preservación de sus costumbres y tradiciones, e idioma. Apoyó la primera República Independiente de Armenia (1918/20), defendió lo establecido en el Tratado de Sèvres y se opuso a la incorporación de Armenia a la Unión Soviética. Los legendarios bordados armenios le permitieron recibir tanto dinero como el que provenía de los contribuyentes de su fundación. Merced a esto podía llevar adelante sus proyectos. Los armenios, según Karen, habían nacido para ser prósperos y mantenerse a sí mismos, y su esencia no condecía con un campo de refugiados.
 

La liga de las naciones

En 1921, fue convocada para unirse a lo que sería el origen de la Organización de las Naciones Unidas: La Liga de las Naciones. Henni Forchhammer, delegada de La Liga, se había ocupado del tema del comercio de esclavas blancas y necesitaba delegar este trabajo. Karen Jeppe era la candidata ideal. Las mujeres eran raptadas y forzadas a ejercer la prostitución o eran compradas, y vivían bajo condiciones de esclavitud. Los informes afirmaban que la mayoría de ellas eran armenias, y que en 1920, por lo menos 30.000 mujeres se encontraban en harenes turcos o con árabes, viviendo como esclavas y esperando la liberación. Finalmente, luego de una larga meditación, Jeppe aceptó.
 

La esclavitud

Su incorporación a La Liga, le dio la posibilidad de comenzar a trabajar con soporte económico. Karen tomó en forma personal su compromiso para resolver la liberación de estas mujeres. Una vez más con la ayuda de su hijo Misak, creó estaciones de rescate durante 1922 y 1923. Muchas mujeres llegaban a estos centros, con la esperanza de ser liberadas y trasladadas a otras ciudades. Nada era sencillo. Los problemas que se presentaban eran tan complicados como variados. Cada caso requería de un cuidado y tratamiento especial. Algunas, habían tenido hijos con sus “dueños” y se les hacía imposible abandonarlos. Otras, llegaban escapando de sus amos, muchas veces con sus hijos. El tatuaje, que las mujeres esclavas llevaban en su frente, se presentaba como gran problema. Una terrible marca para toda la vida, que en general las asociaba a la tribu de la familia para la que trabajaban. Karen logró que más de 2.000 mujeres y niños fueran liberados. La mayoría de ellos pudieron reencontrarse, por lo menos, con un familiar.
 

La granja

En 1925, dio comienzo a un nuevo proyecto, junto a dos ayudantes danesas Jenny Jensen y Karen Bjerre: la creación de una zona agrícola. El dinero que le habían otorgado durante una de las últimas visitas a Dinamarca fue destinado a ello. Se contactó con un sheik beduino, Hadjim Pacha, quien poseía grandes parcelas de tierra al este del Éufrates. Si bien el gobierno francés había ofrecido crear una colonia de ayuda para los armenios, estos habían perdido la confianza en los franceses, entre otras cosas, por la abrupta y traicionera retirada de Cilicia, la que había desatado un nuevo peligro para los armenios. Karen arrendó parte de las tierras del beduino y posibilitó que 30 familias armenias se asentaran en el lugar, repararan viejos diques y se dedicaran al cultivo. Gradualmente se formó una pequeña colonia de granjeros. Fue allí donde Karen Jeppe construyó su casa blanca, su lugar sagrado, donde recibía visitantes de todo el mundo. Hadjim Pacha se convirtió en su gran amigo.

En las afueras de Alepo existen 6 pequeños pueblos fundados por los seguidores de Karen Jeppe. El desarrollo de la agricultura no fue fácil pero fue posible; ni las duras condiciones climáticas, ni la falta de agua, ni la permanente situación adversa, impidieron la reconstitución de muchas familias.
 

El fin

La salud de Karen Jeppe nunca mejoró. La guerra le había ocasionado trastornos físicos y mentales. Periódicamente visitaba Dinamarca, pero no podía descansar. Su presencia era requerida permanentemente. Las jaquecas se tornaron insoportables y sus nervios le impedían, por momentos, la lucidez.

Su última visita a la tierra natal fue en el otoño de 1933. Su espíritu de trabajo no le permitió estar lejos de los suyos. A su regreso, la malaria volvió a atacarla. Esta vez, irreversiblemente. Fue trasladada al hospital de Alepo, donde murió el 7 de julio de 1935, a la edad de 59.

Karen Jeppe fue una armenia más. Adoptó la religión armenia dejando su antiguo credo. Está enterrada en el Cementerio Armenio de Alepo, como ella lo había establecido en su testamento. Su amigo, el Obispo Artavazd Surnelyan, quien años atrás celebrara sus 25 años de trabajo, fue el encargado de darle el último adiós.

Murió plena. Murió en paz. Murió armenia.

En su funeral alguien susurró: “Querida Madre: siempre serás nuestro escudo. Cuando construyamos nuestra capital a los pies del Ararat, haremos un templo en tu honor. El corazón de cualquier armenio es un panteón para ti. Hoy, un mensajero de Dios nos ha dejado… ”

Se llamó Karen Jeppe. Vivió plena. Vivió en paz. Vivió armenia.
 

Honrar la Vida

En el año 2005, se reunieron en Dinamarca, “descendientes” de Karen Jeppe provenientes de Francia, Estados Unidos, Austria, Siria, Suecia y otros lugares del mundo, para dar nuevamente gracias, a la mujer que salvó la vida de miles de armenios, durante el primer genocidio del siglo XX, en Urfa, y años después en Alepo.

El encuentro se produjo en la Iglesia de Gylling, donde Karen decidió dedicar su vida a aliviar el dolor de los armenios. En el predio de la misma, junto al monumento erigido en su honor, cantaron el Padre Nuestro (Hayr Mer) y pronunciaron emotivas palabras.

Este último contingente propuso al gobierno danés la institución del premio “Karen Jeppe”, para reconocer el trabajo de mujeres que, como ella, dedican su vida al trabajo humanitario, aún cuando el riesgo puede ser mortal.

La República de Armenia otorga el premio “Fridjorf Nansen”, en nombre del humanista que socorrió a miles de armenios.
 

KAREN EN EL CINE

A comienzos de 1920 se rodó un film financiado por la Fundación “Karen Jeppe” en Alepo. El cortometraje contiene fragmentos de la vida de Karen en Alepo y en Urfa. El mismo, constituye un documento histórico, en el que se encuentran registradas las principales obras de Jeppe y escenas de las matanzas a los armenios. El film forma parte del archivo actual de Jeppe.

En el año 2002, el cineasta armenio Vresh Petrossyan dirigió el largometraje “Karen Jeppe, Madre Danesa de los Armenios”, producido por Hayfilm.

El mismo, fue proyectado en la segunda edición del Festival Internacional de Cine Golden Apricot, en Yerevan.
 

Misak y Lucía

A poco de haber llegado a Urfa, Karen adoptó oficialmente a cinco hijos. Los dos últimos en integrarse a la familia, Misak y Lucia, se enamoraron y se casaron el 3 de noviembre de 1913, fecha en que se cumplieron diez años de la llegada de Karen, a Urfa. Ambos fueron el apoyo más importante en la vida de su madre y se trasmutaron en apoyos activos para la concreción de sus proyectos.
 

EL ORIGEN DE LA PALABRA GENOCIDIO

“Sufrí una gran impresión. Una nación entera era asesinada y los culpables eran liberados. ¿Por qué se castiga a un hombre si mata a otro hombre? ¿Por qué la matanza de más de un millón de hombres es un crimen menor que la matanza de un simple individuo?”

Estas palabras fueron pronunciadas por el abogado y filólogo Raphael Lemkin (1901-1958), al ser testigo de la liberación de más de 150 oficiales turcos acusados de cometer las atrocidades más grandes contra el pueblo armenio. El doctor Lemkin, es considerado uno de los mayores exponentes del pensamiento político del siglo XX.

Lemkin, basado en este terrible período de barbarie y salvajismo padecido por el pueblo armenio, y junto a tantos otros episodios negros de la historia de la humanidad, como el holocausto judío, acuña el término “genocidio”, combinando la palabra “geno” (del griego: raza, grupo étnico), con la palabra “cidio” (del latín: asesinato).

El genocidio es la negación de la existencia de un grupo étnico como el homicidio es la negación del derecho a la vida de un individuo.

En 1946, el término es incorporado y aceptado por la Convención de las Naciones Unidas.

La palabra “genocidio” es incluida por primera vez en un diccionario, en 1948.

 

Bibliografía
Boghossian, Jack. María Jacobsen, Testigo activo del genocidio (Buenos Aires: Revista Armenia, Abril 2006)

Bjørnlund Matthias. Karen Jeppe, Aage Meyer Benedictsen, and the Ottoman Armenians: National survival in imperial and colonial settings.

Bournutian George A. Historia sucinta del Pueblo Armenio (Buenos Aires: UGAB, 2003)

Karsaclian, Ardashes. Historia cronológica de 4000 años de Armenia (Montevideo, 2004)

Kauffeldt, Jonas. The modern Middle East perspectives from the Nordic periphery.

Jacobsen, Maria. Diaries of a Danish missionary (Gomidás Books, 2001) Lous, Eva. Karen Jeppe: Denmark’s First Peace Philosopher (2003) Urfa (Buenos Aires 1946)

Agradecimientos En Dinamarca: Matthias Bjorlund, Karekin Dickran

Ebook - Genocidio Armenio
¿Leíste nuestro ebook sobre el genocidio armenio?

Permite profundizar el conocimiento sobre el genocidio armenio. De valor tanto para expertos, como para quienes deseen leer e investigar por primera vez.

Libro del Genocidio Armenio en Pdf Libro del Genocidio Armenio en Google Books